Día a día muta la manera de comunicarnos mediante las distintas expresiones lingüísticas online, aquellas que buscan coincidir con acciones y/o actividades que sean reconocidas globalmente. No sólo los productos, sino que Inclusive, los servicios profesionales hoy poseen un escenario enérgico en las plataformas de web y son protagonistas de sucesos que generan espontáneamente réplicas dinámicas.

Nos estamos reinventando y a la vez, revolucionado los distintos ámbitos sociales que avanzan tomados de la mano con el internet, por lo que vertiginosamente la innovación nos arroja desafiantes modelos de acción. Es en este ámbito donde surge startup (start-up) (puesta en marcha), la que definen como una empresa que evidencia una “nueva creación o que está en edad temprana”, pero que posee ciertos rasgos que la caracterizan como negocio potable, y más aún, con muchas posibilidades de crecimiento económico rápido.

Las start-up se han convertido en una alternativa que promueve el desarrollo de negocios, en ocasiones con una baja inversión que en corto tiempo generan una alta rentabilidad dada la novedad y utilidad de una idea que revoluciona el mercado, y de esta forma adquieren una importante estimación comercial y solidez financiera. Este modelo en particular es la excepción ya que en la mayoría de ocasiones, las iniciativas de negocios requieren de inversiones de dinero para poder desarrollarse y abrir nuevos mercados de expansión, acreditación y consolidación del negocio planteado. El impacto disruptivo las posiciona.

Las ideas de negocios emergentes suscitan cuando la ventana global online permite oxigenar el espacio de acción individual, donde a modo de “análisis foda” las personas comienzan a visualizar su interior y, generar las extraordinarias metacompetencias que los encaminan hacia la invención  de ese “algo que se piensa y se sostiene en mente”.

En este contexto de ideas, podemos señalar que claramente el concepto de start-up tiene una diferencia significativa con el conjunto de ideas y conocimientos que representa el Know how (saber como) empresarial, tecnológico o comercial, ya que este último integra un proceso de negocio acreditado económicamente y respaldado legalmente, el que conforma de manera cierta un capital económico importante como activo intangible de una persona.

¿Se podrá atribuirle precio a una idea recientemente encaminada? O mejor dicho, a un esbozo incipiente de acciones correctamente planificadas?

Sí se puede! Aunque abordar la valoración de start-up genera insomnio a sus creadores, ya que según para ellos puede representar un tesoro incalculable y, para la contraparte a su vez, ser  algo de un valor insignificante, hasta tanto no se ponga a prueba. Para su dueño, la “idea pensada”, va paralelamente asociada con el negocio y las ansias de percibir beneficios económicos futuros; y ciertamente no se podría fijar un precio a un negocio, cuando no es conocido su nombre o marca registrada que lo identifique públicamente, o patentada la idea y más aún, que no está generando beneficios económicos, ni mucho menos acredita un flujo de caja existente. Es comun que en los primeros años del desarrollo de la start-up no se presentan utilidades e inclusive se pueden presentar perdidas, puesto que los ingresos que se perciben se reinvierten en las necesidades básicas del negocio con el fin de mantenerla en funcionamiento.

En este sentido, es importante rescatar que el vocablo “valor”, es un concepto subjetivo inherente al individuo; en virtud de él, las personas  valoran de distinta manera una misma cosa, y es por ello que, desafía y estimula al profesional de la tasación en la necesaria búsqueda de información y análisis a priori de la startup en cuestión,  más allá del signo monetario que pueda resultar.

No hay duda alguna sobre la complejidad de pasos que debe abordar el valuador para poder  acreditar la información y por ende justificar el resultado económico que se dictamine. El camino de la metodología empírica sería oportuno para start-up, ya que permite al profesional investigar valoraciones y/o apreciaciones en el mercado/plaza sobre empresas similares que pudieren rescatarse como comparables, y es lógico que muchas veces no se cuente con la información real que sustente a las ofertas investigadas. No obstante, los ofrecimientos de transacciones y los tiempos de concreción de negocios, le serán oportunos indicios orientadores para la tarea de valuación, donde podrá aplicar justificadamente porcentajes de plusvalía o minusvalía según las características diferenciadoras de los comparables, tales como disparidad en: tecnologías incorporadas, innovados diseños visuales, equipo de trabajadores competentes para el desarrollo y ejecución de la idea, target de la clientela eventual, segmento comercial, entre otros.

Una start-up cuenta con un breve historial de inversiones iniciales, acciones y elementos, por ejemplo: diseño digital, contratación de asesor técnico, mínima inversión material en espacio físico, entre otros; pero no posee un historial contable certificado de ingresos/egresos o flujo de caja, gastos impositivos, detalle de beneficios líquidos, entre otros;  por lo tanto, el único camino para la valuación se realiza analizando del mercado empresas comparables de similares modelo de negocio en funcionamiento, ya sea del sector industrial/comercial/profesional según el tipo de start-up que se esté estudiando, a los efectos de visualizar potencialidades sobre tres ejes: ideas, conocimientos técnicos y equipo humano.

 

¿Cual es el valor económico de una idea? (Fuente imagen: shutterstock)

 

Una teoria sobre la valuación de las start-up establece que el valor de estas corresponde a lo que el inversionista o comprador este dispuesto a pagar, lo cual puede ser una buena inversión cuando las perspectivas de crecimiento son propicias y las proyecciones económicas sustentan la inversión. En la otra cara de la moneda cuando las expectativas de crecimiento son precarias, la inversión tiende a ser prudencial dada la incertidumbre de éxito de la start-up, y con ello la valorización que pueda darse de la misma; no siendo este el escenario deseado por el emprendedor.

Ciertamente las ansias de abordar un potencial negocio futuro no debe obstaculizar la posibilidad de considerar también las previsiones por fallas, abandonos y/o rechazos, parciales o totales de start-up, por lo que se podrían aplicar descuentos calculados y basados sobre pronósticos riesgosos, comparables con otros casos fallidos. Segmentar etapas del posible ciclo de vida del objeto de la tasación coadyuva en la observación de los antecedentes comparables, a los fines de captar empíricamente datos que sean confiables y si es posible, acreditados.

En determinadas situaciones donde las comparaciones con empresas similares no sea el medio más efectivo o por las características particulares de la start-up, será necesario utilizar otros métodos como el de Business Plan, Venture Capital, Múltiplos de Revenue o Berkus, entre otros; teniendo en cuenta que cada uno de ellos tiene unas condiciones y requerimientos particulares, siendo necesario identificar cual es el más apropiado aplicar para cada caso.

 

Construir un dictamen de valor de start-up, brinda a su fundador la posibilidad de generar acciones significativas con eventuales inversores y encaminar el proyecto sobre una hipótesis acreditada, tendiente a lograr un objetivo en algo real y concreto, que sea generador de beneficios económicos para su dueño.

 

Marcela Agustina Ibáñez

Martillera, Corredora y Perito Tasador

Docente en la carrera de Martillero, Corredor Público y Corredor Inmobiliario

Universidad Siglo 21 – Córdoba Argentina

Integrante de InterProValues - Appraisal Development and Research

 

Edgar Flórez Cárdenas

Ingeniero Civil

Especialista en Derecho Urbano, Propiedad y Políticas del Suelo · Especialista en Avalúos

Consultor en  Derecho Urbano, Ordenamiento Territorial y Valuación

Bogotá, D.C. - Colombia

 

Fecha de publicación: 29 de Noviembre de 2019. Colombia

 

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